Juanito, Nuestro espejo

Juanito, el reflejo de lo que somos

Andres Miranda
08 de sept 2009

Rafael Acosta Angeles, al que se le conoce más con el mote del “Juanito” es la continuación de la verdadera historia de lo que somos en México.

Es el tonto listo, pícaro mexicano, que ha sido de todo: Golpeador de manifestantes opositores en los tiempos del partidazo, futbolista, tianguero, paletero, acarreador de manifestantes y hasta ha sido actor de papeles, más allá de secundarios, en las viejas películas incultas mexicanas de ficheras y, ahora, por azares del destino, virtual jefe delegacional de Iztapalapa a partir del primer día de octubre, una delegación de las más conflictivas del DF, con 3 millones de habitantes y con un presupuesto de 3 mil millones de pesos.

Juanito es el delegado electo gracias a los conflictos internos de la izquierda perredista, es producto de AMLO, quien lo entronizo para vengarse del PRD y lo promovió ante la gente para que votaran por él, para que renunciara y le dejara el cargo a Burgara.

Juanito cuando fue registrado por el PT, nadie sabía de él, ni el PT se hubiera imaginado en ese momento lo que después sucedería. AMLO, en un acto vergonzante para él, para la izquierda, ningunea a Juanito en un mitin, indignante a la mínima inteligencia, donde pide simular una elección para que voten por Juanito y que votar por él significaba no votar por él, si no por Clara Burgara, pero que había que votar por Rafael Acosta, que es su verdadero nombre, no por Juanito. AMLO en ese mítin para la memoria histórica ni siquiera se acordaba de su nombre y lo obligó a decir a todo que sí, que renunciaría si ganaba.

Nadie apostaba que ganaría, primero por el juego de palabras que parecía enredar hasta al más ducho, luego porque el PT no tenía presencia en esa delegación; pero ¡Oh Sorpresa! ¡Ganó!

Juanito es de hace largo rato un marrullero, mentiroso, traidor, vengativo y de escasa cultura a leguas visto.

Héctor Aguilar Camín dice que "Juanito es el rey bobo de nuestro carnaval político, el tonto listo del pueblo", como aquél tonto del pueblo que todos los días iba a la cantina y, los que ese lugar frecuentaban, siempre le enseñaban al tonto dos billetes: Uno de 50 pesos y otro de 200 pesos. Le pedían que escogiera uno de los dos billetes y el tonto escogía siempre, invariablemente, el de 50 pesos. Todos se reían de él por tonto y para demostrarlo, cada vez que el tonto iba a la cantina no faltaba alguno que le hiciera el juego y le diera a escoger entre un billete grande y uno de menos valor. Un día alguien le explica que debería de tomar el otro billete, “no seas tonto” le dijeron. El tonto dijo: El día que yo agarre el billete de 200, el juego se acaba.

Así Juanito, dijo que sí a AMLO. La gente se rió de él. Ahora muchos se ríen y le apuestan a que no sabrá gobernar. Pero curioso que todos se acercan a él. Lo buscan los Chuchos perredistas, lo buscan los azules, el PT lo amenaza de expulsarlo de sus filas y AMLO no encuentra qué hacer. A AMLO, le hicieron lo que él hizo, quien traicionó a Cárdenas, que lo entronizó en el PRD. A la vuelta Juanito le miente a AMLO y lo traiciona, pero no puede el Peje acusarle de traidor, es su mismo espejo.

Cuando Juanito gana la elección, cuando la gente de Iztapalapa acepta la indigna propuesta del Peje y hace que Juanito gané para que no gobierne él, sino Clara Burgara, exhibe la democracia a la mexicana.

Juanito ahora se ha convertido en la burla de las élites políticas, de los medios, de las élites de los que dicen que saben mucho, pero es como burlarse de nosotros mismos, porque a veces parece que en México hay muchos Juanitos. ¿Cómo se le puede llamar a lo que hicieron esos 10 diputados que renunciaron apenas tomaron protesta? Esos Juanitos y Juanitas son una pifia para la democracia del país, son un engaño, pero es exactamente lo que tenemos: Una democracia a la mexicana.

El Juanito de Iztapalapa y las Juanitas de la Cámara de Diputados exhiben a todo mundo, exhiben a los partidos, a muchos políticos que fueron parte de esa farsa, exhiben las inmensas limitaciones que tenemos como sociedad, exhibe nuestra cultura, exhibe nuestra aparente y torcida democracia, nos exhibe a todos y nos disminuye para poder reclamar el derecho de aventar la primera piedra.

La historia de Juanito es una historia que se toma a comicidad, como ha sido con muchos, pero lo de Juanito lo es en grado superlativo. Ya hemos tenido otros Juanitos antes en México, el mismo AMLO, la Gordillo, el Negro Durazo, el perro de la colina, Díaz Ordaz, Jongitud Barrios, los APPOS, el Gober precioso, Salgado Macedonio, Madrazo robando en el deporte. ¿Cuántas historias no han tejido estos personajes?

Estas historias se repiten en cada rincón del país: En la Cámara de Senadores y en la de Diputados, en los gobiernos de los Estados, en cada municipio del país, en las escuelas de todos los niveles, en los funcionarios de los gobiernos, en las empresas, en lo partidos políticos, entre los profesores, en las universidades, entre los alumnos.

Pareciera ser injusto achacar ésto a todos, porque ha habido honrosas excepciones de personajes que han sido y que son hombres o mujeres íntegros, cultos, respetuosos, inteligentes, pero a esos luego los desechamos como sociedad. No son las particularidades, pero si la generalidad, como sociedad, no nos podemos escapar de lo que realmente somos los mexicanos.

Todos ellos han exhibido a este México, nos han exhibido a todos los mexicanos, porque, aunque nos mofamos de ellos, votamos por ellos, porque esos somos como sociedad, somos lo que ellos representan. Son nuestro espejo, nuestra imagen. Si alguien no lo cree que se mire al espejo como sociedad que somos, y veremos que tenemos el tipo de gobierno que merecemos.

Difícil pensar que la de Juanito será una historia con final feliz para él. La historia de todos los Juanitos tienen al final una historia triste para ellos y triste para el país y de todos aquéllos que verdaderamente están empeñados en hacer de este país, un país democrático.